jueves, 24 de junio de 2010

De repente... Le Odnum



El mundo al revés llegó de golpe una mañana. Me desperté y ahí estaba: tan idéntico al auténtico que costaba descubrirlo.

Seguía habiendo polis y cacos (pero tenías que pararte a apreciar quién perseguía a quién), profes y alumnos (atendiendo y enseñando respectivamente), hijos y padres (resultaba ridículo ver a un adulto pulgar en boca y arropado en el carrito), etc. Todo igual, aunque diferente. Yo acababa de despertarme y, entre bostezos, esos pequeños detalles se escaparon a mis atorados sentidos.


Por eso cuando tus labios se plantaron sobre los de ella en lugar de en los míos, fuiste una doble ayuda: lograste espabilarme del todo y a la vez me serviste de aviso para descubrir que el mundo se había dado la vuelta.


Y aunque agradezco tu caballeroso gesto, de haber sabido lo que me depararía esa mañana, aún hoy seguiría entre las sábanas, negándome a salir.
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